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viernes, 29 de octubre de 2010

La Basílica de Nuestra Señora del Pino ha cumplido 250 años


Llevaba nueve años en las Islas Canarias como obispo, Fray Valentín de Morán y Estrada, cuando el 15 de febrero de 1760 decretaba la clausura por ruina del templo que desde 1600 albergara en Teror la santa imagen de Nuestra Señora del Pino. Dos días antes afirmaba la necesidad de un nuevo edificio que, en justicia, diera custodia a la Virgen.

Al mes siguiente Fray Valentín comenzaba la cuestación de fondos para tal fin con un donativo propio de 1500 pesos, al que seguirían sumándose otros muchos. Por ello, y ejecutando lo ordenado por Morán, el 14 de julio de 1760 se dieron los primeros golpes de azada que iniciarían las obras de los cimientos de la futura iglesia.

Nada más comenzar, pudo rápidamente comprobarse lo poco apropiado del suelo terorense para la construcción y que, antes y después, tantos edificios ha arruinado en la Villa. No por ello se arredró el obispo y la obra continuó, tomándose las decisiones que fueron, desde dejar de regar las huertas cercanas al solar, a la utilización de la madera de los pinos de nuestras cumbres.

El obispo Morán firmó el 20 de julio, en Santa Cruz de Tenerife, el decreto comisionando a don Estanislao de Lugo para que bendijera el solar y colocara la primera piedra. Don Estanislao de Lugo-Viña y Franchi-Alfaro, destacada personalidad de la iglesia canaria de entonces, había nacido en 1708 en Tenerife, y era canónigo y Dignidad de Tesorero de la Santa Iglesia Catedral, Juez Apostólico del Tribunal de la Santa Cruzada, Gobernador Eclesiástico, Provisor y Vicario General del Obispado.

En cumplimiento del decreto, dos semanas más tarde, el martes 5 de agosto, cuando la Iglesia católica celebra la festividad de la Dedicación del Templo y Nuestra Señora de las Nieves, Estanislao, acompañado de eclesiásticos, autoridades civiles y el pueblo de Teror, se dirigió, siguiendo lo establecido por el Ritual Romano, "procesionalmente con cruz y ciriales al sitio dónde debía fijarse el Altar mayor de la nueva iglesia…" y precisamente allí, en el centro de los cimientos de la pared trasera a dicho altar se colocó la primera piedra.

El canto, tal como se dejó constancia en acta, estaba labrado en cuadro con cruces esculpidas en sus caras. Después de bendecirlo, el maestro de obra lo colocó con cal en el centro del cimiento. Acontinuación, Estanislao bendijo todo el resto del solar. Inmediatamente comenzaron las obras, y vista la entrega absoluta con que el pueblo las acometía y la cantidad de extraños fenómenos que ocurrían en el entorno de las mismas, Lugo recibió el encargo del obispo de que se tomase relación, dejando constancia de los mismos, por si podían ser atribuidos a divina intervención.

El edificio tardó siete años en concluirse y Morán, ausente de las islas desde 1761, no llegó a verlo. El obispo Delgado y Venegas lo inauguró el 28 de agosto de 1767. Un prebendado de entonces, Diego Álvarez de Silva, dejó constancia de todo lo que aquel día sucedió. Alegría en celebración de un grandioso templo que muy pronto comenzó a dar quebraderos de cabeza al clero y al pueblo de Teror. Tan sólo habían pasado veinte años desde su terminación, cuando el edificio mostraba grietas en sus muros, y en 1801 su ruina era ya evidente. El obispo Verdugo lo clausuró en 1803 y así estuvo hasta 1810. Al pueblo de Teror, que se mantuvo siempre firme en defensa del templo, se le debe el que el edificio haya llegado hasta nuestros días. Las obras realizadas por el Ministerio de la Vivienda entre el 3 de mayo de 1968 y el 16 de diciembre de 1969 consolidaron su estructura ya para siempre y su bellísima arquitectura sigue siendo hoy como ayer una parte importante del acervo patrimonial y artístico de Canarias.

Pero todo este proceso forma parte de otra historia, digna, por otra parte, de más profundo estudio. Esta inminencia de ruina que durante dos siglos persistió como amenaza permanente sobre el templo, hizo exclamar al Ministro de la Vivienda, Martínez Sánchez-Arjona, en visita a fines de 1968 que "el mayor milagro que ha hecho la Santísima Virgen del Pino a través de los siglos ha sido que esto no se haya hundido estrepitosamente".

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