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lunes, 15 de noviembre de 2010

La Virgen del Pino y Napoleón Bonaparte

Decían unas coplillas populares de la época de la invasión napoleónica y del sitio de Zaragoza que "la Virgen del Pilar no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de las tropas aragonesas". En Gran Canaria, en aquel largo verano de 1808, cuando las pocas noticias que llegaban de los acontecimientos que se producían en la península, los conflictos generados con Tenerife a raíz de la constitución en La Laguna de una autodenominada Junta Suprema de Canarias, la presencia en aguas isleñas de buques misteriosos como el denominado "La Mosca" o de navíos de guerra ingleses, creaban una situación de incertidumbre y desasosiego, sus gentes no dudaron en ponerse, una vez más, bajo la protección de su Madre y Patrona, la Virgen del Pino, trayéndola, en rogativa ante los graves sucesos del inicio de la Guerra de la Independencia, a Las Palmas de Gran Canaria, en una bajada que tuvo lugar, hace doscientos años, el día del Carmen de julio de 1808, y la subida el 27 de septiembre siguiente, pues sin duda ella era, y es, capitana clarividente de esta atlántica nave de Canarias.

Las noticias sobre el comienzo de la Guerra de la Independencia llegaron a la isla de Gran Canaria tarde y muy a cuenta gotas, en el verano del año de 1808. Como en muchísimos otros lugares de toda España, y no aceptando la supremacía de la Junta constituida por el Marqués de Villanueva del Prado en La Laguna en el mes de julio, que quiso imponerse en Gran Canaria por la fuerza, con la detención ilegal de los dos máximos responsables de la Audiencia y la destitución inexplicable de su Gobernador Militar, el coronel Verdugo, los miembros del Cabildo General de la isla y representantes enviados por todos los pueblos decidieron dotarse de un órgano propio con el que afrontar aquel vacío de poder y la situación de guerra, creando para ello el 1 de septiembre, en el marco de una agitada jornada, el "Cabildo General Permanente de la Gran Canaria" bajo la presidencia del alcalde Juan Bayle Obregón. El mismo día en el que este Cabildo General sacaba a la calle un impreso con el manifiesto en el que se justificaba su creación y se exponían sus objetivos, se iniciaba también el regreso de la Virgen del Pino a Teror, después de aquella visita propiciada por la Audiencia, dadas "…las notorias necesidades del Estado…", para ponerse bajo su amparo y hacerle rogativas, a lo largo de los 74 días que duró en esta ocasión, y que hacía la 43 desde la primera, que tuvo lugar el 18 de marzo de 1607.

El cronista Isidoro Romero Ceballos, en su afamado Diario Cronológico…, ante un grave incidente acaecido con una fragata inglesa en el Puerto de La Luz, señala textualmente que todo se solucionó favorablemente para la isla "…no sin género de prodigio atribuido a María Santísima por su imagen portentosa del Pino que estaba en rogativa, como se ha dicho, en esta ciudad…". También destacar que bajo su protección se puso el Batallón de Granaderos que, bajo el mando del coronel Juan María de León, el Cabildo General grancanario envió a Cádiz para sumarse a las fuerzas que combatían a los franceses y que tuvo una destacadísima participación en la Batalla de Chiclana, en marzo de 1811, lo que le valió el sobre nombre de La Granadera Canaria; en aquella incursión, mientras montaban una batería bajo el intenso fuego enemigo, y se enfrentaban luego a las numerosas fuerzas francesas, sin que muriera ninguno de ellos, todos daban reiterados gritos de vivas a la Virgen del Pino, lo que llamó poderosamente la atención de uno y otro bando.

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