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domingo, 16 de enero de 2011

La Madrugá

Sí hubiera que escoger una síntesis esencial de la Semana Santa de Sevilla, no hay dudas: La madruga. Son esas horas mágicas que nos conducen de la noche del Jueves a la mañana del Viernes Santo. Horas centrales de la Pasión de Jesús, en días que Sevilla desgrana su peculiar visión teológica del drama central del cristianismo. ¿Quién no oyó hablar de la Macarena, la Esperanza de Triana o el Señor del Gran Poder? Pues en la madrugada única de Sevilla se pueden admirar a todos Ellos, en sus pasos, al doblar cualquier esquina.

La Semana Santa sevillana tiene una popularidad universal, que atrae cada año a miles de vigilantes de los más diversos rincones del planeta. Son dias en que todos los hoteles están completos. Incluso los construidos especialmente para la Expo. Pero a la mayoría de los sevillanos les resulta indiferente que vengan más o menos turistas, porque ellos van a lo suyo. Y, en esos días, lo suyo es ver cofradías.

La Semana Santa tiene centenares de matices. Pero en algo está lodo el mundo de acuerdo: "La madrugá", esas horas de transición entre la noche del Jueves y la mañana del Viernes Santo, son algo especial. Es el momento en que hasta lo imposible puede convertirse en realidad. Toda una ciudad queda en vela durante toda la madrugada sin sueño. Y seguro que muchos visitantes habrán llegado atraídos por nombres míticos de imágenes que hacen su estación penitencial a la Catedral en "la madruga".

Las más radicales visiones de la enraizada lectura que la ciudad andaluza hace de la Semana Santa, salen a la calle. Los contrastes pueden parecer aún mayores a quienes tengan la suerte de encontrar un hueco en la carrera oficial, por donde pasan las seis cofradías de esta inolvidable jornada, una detrás de otra.

El Silencio es la primera. Considerada "La Madre y Maestra" por su antigüedad y rigor penitencial, llama la atención el completo mutismo de sus negros nazarenos que van siempre mirando al frente y sin hablar con nadie. En el primer paso sale la imagen de Jesús Nazareno, atribuida a Francisco de Ocampo. En el segundo, un paso con un paso de plata inspirado en las formas de la Basílica de San Marcos de Venecia, y donde figura la Virgen de la Concepción, obra contemporánea de Sebastian Santos, acompañada de San Juan. Parece un cortejo ascético salido de otros tiempo, de siglos pasados. La música de capilla, en oboes y fagots que interpretan antiguas piezas, impone una severidad fúnebre. Solo este sonido mitiga el silencio de nazarenos y publico. Un silencio ejemplar que preside toda su estación de penitencia.


La segunda en pasar por la carrera oficial es el Gran Poder. Una campana suena a la una de la madrugada en la plaza de San Lorenzo. Entonces se abrirán las puertas de la Basílica, para que inicien su salida los nazarenos. Es otra cofradía de "negro", muy austera. No se oirá absolutamente nada cuando salga a la plaza, en su paso dorado del siglo XVII, Jesús del Gran Poder, obra genial de Juan de Mesa. Se le conoce como "El Señor de Sevilla" porque es la imagen de Cristo que mas devotos tiene en la Ciudad. A su templo acuden masivamente los sevillanos durante todo el año. Y en esta madrugada singular se apiñan a su lado, contemplándolo en respetuoso silencio. Detrás aparece la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, imagen del siglo XVIII, en un bellisimo paso de palio acompañada de San Juan Evangelista, talla también del propio Juan de Mesa. Todo en la cofradía es singular e impresiona, pero todo se supedita al Gran Poder del Señor.


Después de estas dos cofradías tan austeras, llegara la explosión de alegría con la Macarena. Del dolor a la gloria se pasa en pocos segundos. Del silencio al jubilo sin transición posible. Desde que sale de su Basílica hasta que entra, la cofradía es un clamor de popularidad. en el primer paso va el Señor de la Sentencia, obra de Felipe Morales. El Señor es muy popular y Pilatos no tanto, pero también. Detrás van los "armaos", la centuria romana de la Macarena. Ser "armao" es muy importante en Sevilla, que en muchos momentos de la madrugada se considera todavía parte del imperio. la popularidad de esta centuria es para verla, mas que para describirla. Pasaran muchos nazarenos, mas de dos mil salen en la procesión, hasta que llegue el paso de palio perfecto y sublime con la Esperanza Macarena. Es una explosión de alegría inevitable, la esperanza de encontrarse con el rostro celestial de la Madre de Dios. No se sabe quien la hizo, allá por el siglo XVII, ni falta que hace. Todas las teorías sobre su autor se han demostrado falsas. La mas cierta parece una leyenda que la considera obra de los ángeles.



Después de esta apoteosis, en la carrera oficial, quedan crudamente expresados otra vez los contrastes de la Semana Santa.

La cuarta en pasar es la del Calvario. Otra cofradía de negro, que junto al Silencio y el Gran Poder completa una trilogía de la mayor austeridad cofradiera de Sevilla. Sus nazarenos van también en perfecto orden y absoluto silencio, mudos toda la madrugada. El Cristo del Calvario es un crucificado tallado por Francisco de Ocampo, que representa todo el dolor de la muerte en la Cruz. En el segundo paso, con excelentes bordados va la Virgen de la Presentación, imagen del siglo XIX, atribuida a Juan de Astorga. La muerte de Cristo, en esta madrugada de contrastes, vuelve a presentarse.

Las dos ultimas cofradías de la madrugada retomaran la apoteosis triunfal iniciada por al Macarena.

La quinta en pasar es la Esperanza de Triana, la cofradía que inunda de emociones el histórico barrio marinero. En el primer paso, de gran colorido, va el Señor de las Tres Caídas, anónimo del siglo XVII, rodeado por figuras, entre las que no falta un caballo, que le da especial dinamismo al pasaje que representa. Algunos, por lo del equido, llaman a este paso "el caballo de Triana". Pero lo que verdaderamente encandila e ilusiona a los Trianeros es su Esperanza, la Virgen Marinera, que pasean triunfalmente por las calles de su barrio y de Sevilla. En su completo paso de palio, la Esperanza es mecida por los costaleros. Es una imagen originaria de hace dos siglos, restaurada en varias ocasiones. Pero lo mas importante es que Ella es la Reina y la Madre de Triana, como vera claramente quien la siga en su recorrido triunfal cada madrugada del Viernes Santo.


La sexta y ultima cofradía es la de los Gitanos. En esta hermandad las dos razas, payos y gitanos conviven en total armonía desde siglos pasados. Ellos no saben lo que es la xenofobia, el racismo ni esas discriminaciones tristemente de moda. Por el contrario, son muchos los gitanos que llegan en la madrugada a Sevilla desde toda Andalucía para estar al lado del Señor de la Salud, el Nazareno que va en el primer paso, y también para acompañar a la Virgen de las Angustias, que fue coronada canónicamente como la Macarena y la Esperanza de Triana, en razón de la gran devoción mariana que despierta. La Virgen de las Angustias es una talla contemporánea de Fernandez Andes, que sustituyo a la incendiada durante la Guerra Civil en 1936. Es una Virgen Morena y gitana, a la que siempre ha profesado una especial devoción la Duquesa de Alba. Su paso ante el Palacio de Dueñas es uno de los momentos mas destacados de esta madrugada.


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