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domingo, 4 de diciembre de 2011

Tota pulchra es, amica mea, et macula non est in te..

San Bernardo de Claraval (1090-1153) principal interprete en la Edad Media del Cantar de los Cantares, identificó a María con la esposa, a la que se dirige esta bellísima alabanza: “Tota pulchra es, amica mea, et macula non est in te”.

El arte tuvo un gran intérprete en Juan de Juanes y un modelo iconográfico en Kerver, aunque también se consideró como fuente de inspiración la Vita Christi de Sor Isabel de Villena, abadesa del Monasterio de la Trinidad de Valencia, publicada en 1497, en la que se hace una extensa referencia a la Inmaculada Concepción. España y Francia fueron al unísono en la iconografía de la “Tota Pulchra”, difundiéndose a lo largo del siglo XVI en la pintura, grabado y relieves escultóricos.

La simbología en torno a la “Tota Pulchra” es riquísima apareciendo como Estrella de mar, Estrella de la mañana, Refulgente como el Sol, Bella como la Luna, Fuente sellada, Puerta del Cielo, Espejo de justicia, Espejo sin mancha, Palma de Cadés, Cedro del Líbano, Ciprés del Monte Sión, Olivo de las llanuras, Lirio entre espinas, Rosa de Jericó, Pozo de Agua viva, Huerto cerrado, Torre de David, Fuente sellada, Ciudad de Dios, Arca de la Alianza, Vara de Jessé, Olivo brillante, Escala de Jacob, Templo del Espíritu Santo, Ciudad del Refugio... .

El texto del Cantar de los Cantares al que hemos aludido, lo hallamos en muchas de las versiones artísticas de la “Tota Pulchra” a las que da su auténtico significado, ya que viene a concretar una definición icónica de la creación de María en el pensamiento divino antes de la creación del mundo, aludiendo a la pureza de su concepción que, antes que física, se considera espiritual.

Asunción Alejos Morán.
Valencia y la  Inmaculada Concepción...
Universidad de Valencia.

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