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viernes, 1 de octubre de 2010

El Pino de Teror: Un Santuario Aborígen


El ocho de septiembre se celebra la fiesta del Pino de Teror. Se trata de una de las manifestaciones lúdico-religiosas con más arraigo entre la población canaria. El origen de esta tradición se pierde en el pasado más remoto, pues sabemos que los canarios precoloniales ya veneraban al gigantesco pino de Terori, confiriéndole al manantial de agua que surgía de su tronco un valor profiláctico, contra enfermedades y toda clase de males. Marín y Cubas refiere que cuando los canarios bautizado contaron al Obispo Frías que en Teror existía un árbol «sagrado» que proyectaba una extraña luz desde el corazón de su espeso ramaje, los españoles no les creyeron, acusándolos de «perros idólatras».

«...los españoles preguntaban la causa, y unos la negaban, y otros decían que allí había luces de noche, y venido a estas en aquellas piedras de los dragos la Madre de Dios con dos luces encendidas, y otras veces que una estrella estaba muy ordinariamente en aquel sitio, no se daba crédito y llamándolos perros idolatras».

La cristianización del Pino de Terori se produjo en fechas tempranas a la Conquista de la Isla, siendo su artífice el obispo Frías, quien al comprobar la importancia del árbol como santuario de los canarios no optó por su destrucción sino más bien por su reconversión, introduciendo el sutil recurso de la imaginería sacra —la milagrosa aparición de una talla de la Virgen en lo alto del Pino.

El pueblo siguió considerando el carácter sagrado del Pino así como milagrosa al agua que surgía desde la base de su tronco. Fran José de Sosa, que al igual que Marín y Cubas llegó a ver el pino aún en pie, describe así estos hechos protagonizados por el pueblo:

«...al ver la pinas fruto de sus garrotas, tan pequeñas, aunque secas, y tan bien repartidas, que no parecen ser cojidas de tal árbol, sino que las crió asi Dios para reliquia, pues el que alcanza alguna la trae consigo con mucha veneración, engastada en oro o plata, con que se libran de muchas enfermedades, riesgos y peligros.»

En cuanto al manantial de aguas al que los canarios atribuían un carácter profiláctico, Marín y Cubas refiere:

«...al pie de este árbol había un zarzal, de donde salian unos manantiales de agua, que recogida en un pozuelo, la llevaban los canarios para dar de beber a sus enfermos y otros tullidos y de diferentes achaques; venían a lavar la parte enferma y verdaderamente sanaban.»

Según las referencias históricas el Pino de Teror tenía una altura de 42 metros y una circunferencia en su base de casi siete metros, a unos 25 metros de altura se ramificaba adquiriendo un aspecto ciertamente impresionante. Pero lo más sorprendente era que en una de las grandes ramas del pino crecían dos o tres dragos que tenían sujetos entre sus raíces una piedra de color verde con unas siluetas de pies grabados. Pocos testigos pudieron escalar el Pino Santo, no sólo por miedo sino también por las prohibiciones del Obispado:

«...los pocos que por el artificio humano han trepado a el por mandado de algunos obispos, lo cual sin su orden no hacen, por la veneración que se le tiene.»

En abril de 1684 se produjo la caída del pino, sin hacer estruendo según los testigos. En los primeros momentos de confusión se llevó a cabo un sistemático saqueo en busca de reliquias. La piedra de color verde con los grabados desapareció, 33 testigos interrogados por orden del Vicario General, dieron fe de la existencia...

«en la parte donde estaban los dragos de una laja color verde, del tamaño de una piedra de ara pequeña, en la cual estaban unas plantas o pies pequeños señalados.»

Según la tradición un hombre llamado Pérez Quevedo se llevó la piedra a Las Palmas y desde allí la embarcó para algún país del continente americano, hoy se desconoce su paradero. Una referencia histórica confirmada por la evidencia arqueológica viene a reforzar nuestra hipótesis en el sentido de considerar al Pino de Teror como un árbol sagrado, siendo además un santuario de los canarios precoloniales. Nos referimos a las huellas de los pies que aparecían en la piedra verde. Estos grabados no nos parece que tengan nada que ver con un milagro de la Virgen, más bien nos recuerda a un grafismo aborigen del tipo de las siluetas de pies encontrados en la montaña
de Tindaya - Fuerteventura.

Los grabados de siluetas de pies de Tindaya están directamente relacionados con los encontrados en el Sahara Central argelino —Tiratimin— el sitio más importante según Lhole.


Las siluetas de pies se encuentran documentadas desde Egipto hasta Marruecos. Estos grabados de sandalias o siluetas de pies entre los tiuireg guarda una estrecha relación con lugares de pasos peligrosos, pasajes que producen el sentido de la precaución mágica. Entre los bereberes del Norte de África, la sandalia tiene un sentido mágico por estar en relación con la pureza por contacto.

Entre los tuaregs aún pervive la costumbre de poner una sandalia colgada en la entrada de la tienda para alejar a los Efri — pequeños espíritus malhechores. Las huellas de sandalias o pies son también interpretadas entre los bereberes como símbolos que indican la toma de posesión de un país o territorio.

Desconocemos el verdadero significado de la piedra verde con los grabados de huellas de pies, pero descartando la hipótesis del milagro sólo cabe pensar que su autor podría ser algún aborigen canario.

El Pino de Teeror tenía todos los aditivos necesarios para ser considerado un santuario, su impresionante altura, los dragos entre sus ramas a más de 25 metros de altura, la piedra con los grabados de huellas de pies y por último el manantial de agua que surgía de su tronco y que para los canarios tenía poderes curativos.

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