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sábado, 2 de octubre de 2010
Una breve historia de las Joyas de la Virgen del Pino
Quizás muchas personas conozcan la historia de las joyas de la Virgen del Pino; pero estoy seguro que son muchas las que no la conocen. Voy a dejar constancia de algunos detalles en torno a las mismas y que hemos recopilado de algunos escritos del que que fuera coadjutor de la Basílica de Teror, Don Florencio Rodríguez Artíles.
Con ello quiero dar a conocer que algunas de las joyas robadas en el año 1975 a la Virgen del Pino, habían sido donadas a la Virgen hace muchísimos años. Pero no voy a clasificar las que se llevaron o no por ahora, sino dar una serie de detalles en torno a las joyas en general.
Se recoge en los manuscritos del Reverendo Rodríguez Artíles que en el famoso inventario del señor Deza del año 1558 y el P. Sosa, que también alude a estas donaciones, la más antigua que hay conocimiento es la referente al famoso Halcón o Falcón, tal vez a poco que apareciera la Virgen. Como enseguida aparecen las donaciones de las tierras por los señores de Villanueva. Donaciones ambas que fueron por favores recibidos de la Virgen y que llevan la fecha de 1551.
Fray Diego Enrique en su historia escribe también sobre estas primeras donaciones y dice que el Obispo don Cristóbal Vela, que era quien regía la Diócesis en los años 1575 al 1579, mandó por Decreto de Visitas que todo se anotara debidamente.
En los libros de Mandatos se habla de "dos anillos, dos piezas de oro y una cuenta de azabache... Una cuenta redonda, gruesa, azúl de colores que aparece como de vidrio guarnecida con plata, con trencita de oro y seda...". Llevan estas donaciones la fecha de 1574.
Muy conocidas son las donaciones del Obispo don Antonio Carrionero allá por el año 1621, no solo siendo Obispo de la Diócesis de Canarias, sino aún después de dejarla para ir a Salamanca, lo que prueba el afecto que se llevó de la Virgen del Pino.
Cuenta Fray Diego, que la mayor parte de las joyas de la Virgen las donó doña Luisa Antonia Trujillo, muy devota de la Santa Imagen, con el gravamen de no poderse enajenar, habiendo antes con su esposo impuesto sobre sus haciendas, todo el vino que en cada año se gasta en las misas en aquella iglesia. Le dio también algunos vestidos, y uno de tisú que costo cada vara más de trescientos reales.
En el libro 3º de Fábrica de Teror se citan estas valiosas donaciones a las que alude Fray Diego. Entre estas joyas está la famosísima "Rana". Una curiosa y valiosa esmeralda.
Se hicieron estas donaciones el día 30 de octubre de 1691 en escritura pública, tras dejarse por sentado que ninguna de ellas podían ser enajenadas.
Hizo donación de las prendas siguientes: Primeramente, una cadena de oro de tres vueltas con argolla por remate, la cual pesa una libra y once onzas y un adarme. Otra cadena de una vuelta que pesa siete onzas y media y tres adarmes. Una poma de ámbar embarnizada en filigrana de oro con una perla gruesa por remate que pesa cuatro onzas y cuatro adarmes. Una rana de oro con cuatro esmeraldas, tres pequeñas y una grande y una rosa con veintitrés esmeralditas y un asentador de treinta y ocho amatistas que todo ello pesa cinco onzas menos un adarme. Una rosa de filigrana de oro con una esmeralda en medio y veintiocho perlas que la rodean que pesa una onza y medio adarme. Unas pulseras de perlas que tiene siete u ocho gramos y algunos aliófares, las cuales pesan dos onzas y tres adarmes y medio.
La rosa de filigrana de oro que se menciona es la que llevaba el Infante en los días del Pino.
Donaciones de marineros, por gracias recibidas en favores del mar, son bastantes. Es cosa lógica. La isla está rodeada de mar y sus hijos en todo momento están en contacto con el mar, ya sea por viajes o por trabajo. Y así son muchos los favores de la Señora relacionados con el mar. Y muchos donativos y ex-votos de esta índole. Por eso el baldaquino de plata que cobija a la Virgen lleva desde muy antiguo en su parte central delantera un barquito de plata que se balancea suavemente ante la Virgen, en perenne recuerdo y acción de gracias por los favores recibidos relacionados con el mar.
Se conocen algunas historias de las promesas que los fieles pidieron a la Virgen. Una de ellas lleva la fecha de 1954, en Villa Cisneros. Isabel Santana. Esta mujer, esposa de un marino, costero de África, estuvo toda una noche de aciaga tormenta rogando a la Virgen del Pino por la salud de su esposo que Se encontraba en alta mar en las faenas de pesca. Al amanecer, rendido y agotado, amainada la tormenta, regresó el esposo a la playa africana encontrando a su mujer de rodillas ante el cuadro de la Virgen del Pino. En aquel instante hicieron la promesa de acudir a Teror a darle gracias. Y así llegaron un día dejando ante Ella un barquito de recuerdo a sus gracias.
En la bajada de 1703, según un inventario hubo también profusión de donativos por gracias recibidas: Primeramente la señora doña Luisa Lezcano y Trujillo dio un vestido de tela blanco muy bueno. En las monjas bernardas de San Ildefonso le dieron diez libras de cera en velas y Once pebetes dorados. En las Monjas de Santa Clara le dieron diez libras de cera labrada y dos pebetes buenos y dos medio también labrados.
En las monjas de San Bernardo le dieron treinta libras de cera labrada y las prendas siguientes: La señora doña María de la Visitación, una joya de una Concebida rodeada con dos hileras de perlas finas y algunos rayos que por todas son cincuenta y cinco gramos. La señora doña Isabel de San Agustín dio un anillo y varita de oro. La señora San Nicolás dio una esmerato. La señora doña Josefa de San Fernando, una esmeralda como corazón. Doña María de la Encamación dio un anillo con tres esmeralditas pequeñas. Doña Francisca de San Joaquín un anillo de oro con una piedra blanca. La señora doña María de la Antigua dio una memoria de oro matizada de porcelana con una higa de azabache. La señora doña Teresa de San Nicolás dio un virilito de oro con la falta de dos pilarcitos. La señora doña Francisca de San Pedro, un agnus pequeñito de
plata. La señora doña Paula un objeto de plata...
En la bajada del año 1731 se recogieron limosnas para una corona de la Virgen y el Niño, y se dieron varias joyas que después lucieron en las coronas hechas.
En la bajada de 1758, bajada muy especial ya que dice el cronista "que el concurso fue tal que los más ancianos no habían visto otro semejante», estrenó la Virgen el manto de rogativas, mandado hacer con los donativos de devotos. Asimismo dice el cura Lázaro Marrero, que en esta ocasión dieron a Nuestra Señora muchas limosnas conque se pensaba mandar a buscar otro vestido.
También algunas alhajas preciosas como son el broche de diamantes que dio la señora doña Luisa de Amoreto y otras que dieron otros particulares.
En los archivos de Teror se guardan curiosos inventarios de todas estas donaciones como el confeccionado el año 1800. Allí aparecen coronas votivas, diademas, joyas de oro, plata y platino. Piedras de todas clases, esmeraldas, amatistas, rubíes, topacios, zafiros, madejas de perlas, ricos y antiquísimos encajes, mantos, relicarios, vasos sagrados, cruces, custodias y una serie inacabable de medallas, anillos, cadenas, collares, pulseras, zarcillos y otras prendas...
Distinción especial merece el famoso "Bracamantón" adquirido en el año 1761. Tiene ¡ 498 diamantes, el mayor de 14 gramos. También el hermoso Rostrillo que en el año 1772 se adquirió por orden del señor Cervera y que fue estrenado en 1784.
Pero existen ex-votos del mundo entero. Citemos algunos: Un francés de Dakar deja un anillo rogando a la Virgen le conceda un hijo varón. Una mahometana deja también un anillo nupcial y que estimaba mucho pidiendo a Ella la gracia de los hijos. Desde Venezuela, allá por el año 1915 una mujer llamada María Gil de Montemayor deja una figurita de oro que recuerda su dolencia de estómago curada dice gracias a la Virgen del Pino. Odette Mocut, francesa, residente en París, deja unos zarcillos porque en un día de una gran inundación tormentosa salió salva de la catástrofe. Del Líbano con los caracteres árabes llegaron también unos gemelos en forma de moneda. Una valiosa alfiler vino de Holanda. Del Senegal unos pendientes. Hasta un gracioso anillo de un japonesito que lleva grabado una calavera, llegó hasta los pies de la Virgen. Curioso es el recuerdo de un alemán que liberado de los campos de concentración de Rusia, vino a Teror a cumplir su promesa. Promesa que hiciera allá a la Virgen del Pino porque aprendió de un canario compañero de prisión la devoción e invocación a la misma. Y a pesar de no ser católico, vino hasta aquí a cumplir su promesa.
El general Rojas Pinilla y su esposa dejan también allí su recuerdo en unas bandejas de plata, pidiendo protección a la Virgen del Pino. La cruz de oro que dejaron es el amor de unos hijos de Colombia. Mención especial lleva por lo que supone de fe, el corazón de oro que un soldado de la Península ofreció a la Virgen del Pino, como símbolo de su agradecimiento y devoción hacia Ella. Nunca estuvo en Canarias y nunca vio a la Virgen. Mención especial se hace siempre de la Custodia regalada por la señora doña Pura Bascarán del Castillo. Es una custodia valiosa de estilo renacentista que la piadosa señora donó el año 1840 desprendiéndose de sus joyas para que se confeccionara esta custodia. También y por lo que significa de unión merece recordarse el cáliz regalo de la Diócesis de Tenerife con motivo de la Coronación Pontificia de la Virgen en el año 1905.
Emoción y afecto aún hoy hace brotar aquel pectoral y anillo que el queridísimo obispo P. Cueto, enamorado cien por cien de la Virgen del Pino colocó personalmente en el pecho de la imagen. Y no menos grato recuerdo da el contemplar los reflejos del anillo pastoral del gran Urquinaona que también puso personalmente en las manos de la Virgen. Admiración causa en los entendidos los 26 hilos de perlas finas orientales que se cruzan en sus vestidos en los días de las fiestas. El ya citado "Bracamantón" y la célebre "Rana" de esmeralda. Dos pulseras de 17 kilos de perlas, dos rosetones de brillantes y otros ramos de perlas. La reliquia de Santa Teresa engarzada en platino, la laureada colectiva ganada en el asedio del Alcázar donada por un guardia civil. El anillo valioso y bonito de oro y amatista que el párroco de Teror, don Antonio Socorro dejó a las plantas de la Virgen y que le regalara el Ayuntamiento de la Villa Mariana como recuerdo con motivo de ser designado Prelado Doméstico de S.S.
El 7 de septiembre de 1960 en el solemne acto de ofrendas a la Virgen el capitán general de Canarias y África Occidental, señor López Valencia donó las insignias de capitán general, habiéndose trasladado desde Tenerife para encabezar la grandiosa ofrenda. Emocionado y de rodillas el señor López Valencia dio gracias a la Virgen en nombre del Ejército de España. Unas insignias de capitán general en oro y sobre la estrella del especial distintivo de este rango militar va incrustada una valiosa joya. En dicha ocasión el capitán general dijo: "Entrego este obsequio a la Virgen del Pino, en acción de gracias. Cuando surgió la imprevista guerra en nuestro territorio de Ifni, como comandante en jefe de las tropas me encomendé a Ella y puse
bajo su alto mando a todos mis soldados y toda aquella defensa justa y en sólo 22 días todo estaba solucionado para la Patria de la mejor forma. Y yo estimo que ello se debió a la especial protección de la Virgen del Pino. Para siempre quedará aquí junto a Ella el agradecimiento de mis soldadados, y en definitiva, de la Patria entera..."
Las llamadas Coronas Pontificias son nimbos o diademas que rodean las dos coronas magníficas imperiales que ciñen las sienes de las dos efigies de la Virgen y el Niño. Las diademas son de oro de dieciocho kilates y pesan veinte y cuatro onzas. Una y otra aureola se forman de doce estrellas engarzadas en su centro con brillantes y esmeraldas. Por supuesto no son estas todas las joyas que se reconocen que ha tenido y tiene en la actualidad la Virgen del Pino, ya sea en el Camarín de la Basílica, o custodiada por la Camarera de la Virgen.
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