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jueves, 21 de octubre de 2010
En 1974, el pueblo de Teror se levantó en contra del Obispo Infantes Florido
Basándose en una serie de principios, el obispo manifestó unas orientaciones pastorales referidas a las alhajas de la Virgen del Pino. En primer lugar, mencionaba la necesidad de que se hiciera un peritaje, un inventario valorado de los bienes preciosos que se conservaban en el Santuario de la Virgen del Pino. En cuanto a las joyas afirmaba que "por lo que se refiere a respetar la voluntad de aquellos donantes pretéritos a los que no podemos consultar sobre una posible reconversión de sus voluntades, estimo que por el momento, debe conservarse el tesoro devocional existente y legarlo a las nuevas generaciones".
En cuanto a nuevas donaciones, el obispo exhortaba a todos los devotos a que "sepan encauzar sus oblaciones para la Madre común, de forma que cada objeto precioso que su devoción le inspire entregar a la Virgen, lleve implícita su voluntad de que en un momento dado puedan destinarse a socorrer las necesidades del prójimo (...)".
Añadía que "en adelante, no se aceptará ninguna donación de objeto precioso al Santuario de la Virgen del Pino sin aceptación de este principio de comunicación cristiana de bienes".
El día 13 de ese mes, el obispo se encontraba en Teror y una comisión de vecinos, contrarios a sus propósitos, se dirigió a la Basílica, para entrevistarse con monseñor Infantes Florido. Se organizó un forcejeo entre el coadjutor de la Parroquia y el paje del obispo con los vecinos. Hubo agarrones y gritos e incluso uno de los ve cinos llevó una maleta para "facilitar el regreso a Sevilla del obispo". Finalmente, al terminar la misa que el obispo oficiaba, hubo reunión con los vecinos, que se tranquilizaron con las palabras de Infantes Florido.
Manifestó que la Virgen sólo estaría nueve días sin ropajes y joyas expuesta al público, que volvería a ser revestida si así lo requería el pueblo y que esos nueve días estaría cerrado el telón, por lo que para verla tendrían que subir hasta el
Camarín. Los ánimos se tranquilizaron, y pasados esos nueve días la Virgen del Pino fue revestida de nuevo con sus ro pajes y joyas.
Poco después de los incidentes, en la noche del 15 al 16 de enero de 1975, en el Santuario de Teror se cometió el robo sacrílego mayor que se ha cometido en Canarias. Los ladrones llegaron al Camarín de la Virgen a través del artesonado, ayudados por la oscuridad de la noche y por apagón eléctrico que duró unas tres horas. En unas cuatro horas, se cree; desvalijaron los armarios y quitaron sus joyas a la Virgen, comprobando incluso lo que era y lo que no era oro enagua regia.
Se llevaron todas las coronas, incluida la realizada en Las Palmas con motivo de la Coronación Canóniga de la Virgen del Pino, el 7 de septiembre de 1905.
La falta de un inventario, que pocos meses antes había pedido el propio Infantes Florido, hizo que no se pudiera saber con exactitud el valor material de lo robado, aunque lo que sí se supo es que su valor espiritual y religioso era enorme.
Afortunadamente, parte de las joyas las tenía la camarera de la Virgen en las Palmas y no fueron robadas. Aunque el robo se produjo hace más de treinta años, no se ha con seguido encontrar a los culpables.
La Virgen del Pino, por tanto, se quedó sin parte de sus joyas, que aunque parece que no tenían todo el valor material que se les aplicaba, sí tenía un gran contenido religioso y espiritual.
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