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martes, 26 de octubre de 2010
El hogar de la Patrona de la Diócesis de Canarias
La Basílica de Nuestra Señora del Pino, terminada de construir en 1767 es el centro de mayor peregrinación de Canarias.
Uno de los rincones grancanarios de mayor representación isleña es el casco de Teror, donde se encuentra la Basílica de Nuestra Señora del Pino, centro de peregrinación de los habitantes de la Isla, que celebran el 8 de septiembre su festividad.
Abierta a una bella plaza, la Basílica se encuentra rodeada de varias edificaciones hermosas, vetustas y señoriales, que con sus balcones se asoman a contemplar las incesantes visitas que los canarios hacen a la Virgen.
El templo que hoy se contempla no es el primero erigido en la zona donde, según la tradición se encontraba el pino sagrado donde apareció la imagen. La primitiva iglesia era fundación del obispo Fernando Vázquez de Arce y se incorporó a la Catedral en 1514. Era al parecer un edificio de una sola nave, con espadaña para la campana, una pila bautismal en piedra colorada, aún conservada, un retablo viejo de madera y unos pocos bancos.
Con posterioridad, el arquitecto Villanueva construyó una capilla mayor, añadida a la obra anterior. Tras diversas transformaciones, en 1718 ocurrió un grave incendio, provocado por una explosión de pólvora en la sacristía, que dañó seriamente el templo. Seguidamente se iniciaron las obras de reconstrucción que, según documentos, duran varios años. Pese a ello, en 1760, se clausura el templo por hallarse en estado ruinoso.
Según los planos del arquitecto militar Antonio de la Rocha, se comienza a edificar en 14 de julio de 1760, que se finalizó en 1767, dedicándose solemnemente el 28 de agosto de ese mismo año. En 1783, ya fallecido el arquitecto, interviene el canónigo Diego Nicolás Eduardo en el trazado de la escalera de acceso al camarín.
No acaban aquí las vicisitudes, ya que a principios del siglo XIX el templo ofrecía peligro de ruina, por lo que se procedió a su restauración, según planos de Lorenzo de Cáceres en base a información solicitada a Luján Pérez. La Basílica ha recibido varias restauraciones a lo largo de su historia en 1810, 1854, 1860 y sobre todo en 1969. Posee una cubierta de dos aguas, tres naves enmarcadas con 14 arcos de medio punto sostenidos por columnas y pilastras, con tres puertas en la fachada y dos laterales, con ventanales y vidrieras que representan los misterios del rosario.
El retablo del altar mayor de cuatro columnas lo preside la imagen de la Virgen del Pino, colocada en el centro de un gran medallón cuadrado, correspondiendo a la boca del camarín. El reloj que aparece en la fachada fue un regalo del Obispo Codina y fue construido en Valencia y colocado en 1853. De esta hermosa Basílica, destaca en su fachada la torre amarilla, edificación octogonal de principios del siglo XVIII, y en su interior los cinco retablos más representativos del rococó de Canarias.
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