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domingo, 17 de octubre de 2010
Ermita de San Sebasián de Gáldar (Gran Canaria)
Siguiendo un orden cronológico, de los edificios conservados, comenzamos por la ermita de San Sebastián del Real. Data de finales del siglo XV o principios del XVI. Tenemos la constancia documental del bautizo del niño "Sebastián", llamado así porque se encontró abandonado en la puerta de la ermita del santo. El edificio, que se sitúa a la entrada de la ciudad, junto al antiguo Camino Real, arquitectónicamente es exponente del primer estilo occidental que llega a Canarias, es decir: el gótico, ejemplarizado en el arco apuntado de la puerta principal. La ermita de San Sebastián, en sus líneas generales, es una fábrica mudejar de planta rectangular, algo alterada por la triangular sacristía trasera. Predomina en ella un aire de enorme austeridad, fachada con el hastial adaptado a dos aguas donde se abre el acceso principal; en el lado izquierdo se colocó la espadaña de un solo vano. Lateralmente predominan los paramentos blancos, sólo interrumpidos por la puerta adintelada de la sacristía y el postigo que alumbra la capilla mayor. Las cubiertas son a dos aguas en el cuerpo de la nave y a cuatro en la capilla mayor. Interiormente es de una nave con sencillo artesonado de tea, de par y nudillo con tirantes dobles; por algunos restos se evidencia que recibió policromía en sus orígenes. El pavimento es de losas de cantería, salvo en el área del altar mayor que conserva parte de ladrillos de barro cocido. La retablística de la ermita de San Sebastián es bastante discreta; el altar mayor se compone de una mesa de perfil de pecho de paloma, de corte rococó, totalmente policromada. La hornacina es de tipo neoclásico, acorde con los gustos de José Lujan Pérez. Ese retablo se hizo para colocar la imagen actual que realizó el escultor guíense, lo que hace muy posible que el artista diseñara el retablo. La escultura del santo titular es la más importante de la ermita; sigue la iconografía tradicional: el mártir amarrado al árbol y asaeteado, pero con aire hercúleo. Como elementos de orfebrería lleva sus atributos en plata, corona y saetas. Tallas populares son las de San Amaro y San Buenaventura; el santo franciscano puede proceder del templo de Santiago, donde se veneraba en el siglo XVII. Los nichos de estas imágenes llevan unos marcos de madera, formando pequeños retablos rococó, actualmente desmontados en la sacristía.
Históricamente la ermita de San Sebastián es de gran importancia para la ciudad. Cercano a ella residió D. Pedro de Arguello, cronista de la conquista, autor de la desaparecida Crónica de las Islas de Canaria en que se refiere como se ganaron de los naturales de ellas, dejando vinculado su apellido a la toponimia en el paraje denominado El Arguello o "Güello"; este personaje responde al tipo de humanista del renacimiento. En el siglo XIX tiene la ermita como ilustre visitante a San Antonio María Claret: en San Sebastián realiza parte de su misión de Gáldaren 1848. El santo mártir siempre ha gozado de gran devoción en la ciudad, siendo su fiesta de orden principal, detrás de la de Santiago y junto a la de San Isidro, se le tenía por abogado contra la sequía.
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