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miércoles, 17 de noviembre de 2010
El Apóstol Santiago hermana a Canarias y Galicia
Conocemos pocos pueblos que, como el gallego, conservan tan viva la memoria de los sueños antiguos, tradiciones, ritos… Sabemos de su secular vocación marinera y emigrante, de su fama de soñador, serio y trabajador. En nuestras islas, alejados del país de los mil ríos y de los verdes campos, encontramos a un gallego profundamente solidario; cualidad ésta, que junto a la delicada sensibilidad de sus hombres y mujeres, hacen que sea muy fácil amar a esta tierra especie de milagro en verde y azul que es Galicia.
Los gallegos y los canarios, cordiales, hospitalarios y añorantes siempre, tienen mucho en común. Si a veces el gallego es melancólico, muchas otras es alegre, amigo de cantar y bailar. De bailar danzas de amor, como la ribeirana o fecundas como la muñeira. También el canario tiene una gran variedad de danzas para la más matizada expresión de los estados de ánimo, como la isa irónica, la folía melancólica, el arrorró tierno, la rítmica saltona, el sirinoque o el tajaraste…
Innegable es la influencia galaica en el léxico isleño popular: gago, enroñarse, albear, magua, fañosos, liña, escarrancharse, arrente… son vocablos con el mismo significado en Galicia y Canarias, tierras ambas hospitalarias para sus visitantes y duras para sus habitantes.
El gallego y el canario, peregrinos y pioneros, adelantados de un mundo en otros mundos, viajeros y emigrantes a lejanas tierras, andan buscando siempre en la memoria el aroma del país natal. El gallego y el canario son dos pueblos que temen y aman profundamente al mar. Fue por mar por donde vino, en una barca de piedra, el cuerpo del Apóstol Santiago, adentrándose en la ria de Arosa y remontando el río Ulla hasta Padrón donde atracó. Fue por mar, por donde unos náufragos gallegos llegaron a Gran Canaria. En medio de una tormenta se encomendaron al Patrón de España, al que prometieron una ermita en el lugar donde primero divisaran tierra si salvaban sus vidas. Cuando se hizo la calma, las altas cumbres de Tirajana se presentaron ante su vista y hasta allí se encaminaron y erigieron, entre pinares, la ermita y depositaron la pequeña imagen ecuestre de Santiago. Y fue también el mar el que dio a muchas villas marineras de Galicia las imágenes de Jesús Sacrificado. Cristos patéticos que flotaban a merced de las olas y que fueron rescatados pos barcas de pescadores,
También a las aguas canarias atribuye la leyenda la arribada del Cristo mejicano de Telde, una majestuosa y solemne escultura del siglo XVI llevada al folclore popular de la folías. Piratas comunes atacaron sus costas. Gallegos de Monterreal de Bayona derrotaron a Drake, el famoso corsario inglés, y pastores canarios lo hicieron en Melenara, hazaña que quedó inmortalizada en la Dragontea de Lope de Vega. Ya no son los piratas ingleses ni los berberiscos, los que surcan sus mares, ahora son los yates de recreo o los pescadores del Grove o los propios canarios los que largan sus artes de pesca.
No podía Julio Verne dejar que su capitán Nemo, el de veinte mil leguas de viaje submarino corriera interesantes aventuras por estos lugares. Siglo y medio después de que los galeones españoles cargados de oro y plata fueran hundidos por la flota anglo-holandesa en el estrecho de Rande, cerca de Vigo, el intrépido capitán Nemo buscará en el fondo del mar suficiente oro para su aventura. Parecidas peripecias correrá en aguas canarias.
Emociona pensar que el patrón de España recorre la ruta peregrina de la Vía Láctea con su caballo blanco. En Gran Canaria, también puede el gallego encontrarse espiritualmente en torno al Apóstol Santiago; ya que no es solamente en Tunte, el que fuera poblado de la arrogante y valerosa raza aborigen, donde existe una gran devoción al Apóstol, sino también en la Real ciudad de Santiago de los Caballeros de Gáldar, centro jacobeo de las Islas Canarias. En el libro de visitas del año 1513, ya se refleja la existencia en el altar mayor de una imagen de Santiago Peregrino, traída por los conquistadores.
Por especial concesión de su santidad Pablo VI, el templo parroquial de Santiago fue autorizado para ganar el Jubileo del Año Santo en las mismas condiciones y con idénticos privilegios a los conferidos a la Catedral Compostelana. Afinidades que hacen que estos dos pueblos, el gallego y el canario se sientan plenamente unidos.
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