El que la ciudad contara con un santuario a la Virgen de Fátima en su zona alta, es decir en La Montaña, fue el empeño del párroco Hernández Benítez, idea que culminó con el párroco González Arencibia, declarándose parroquia en 1963. De una nave, responde a líneas clasicistas, propias de la arquitectura de la Autarquía.
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